Quiero un hombre mayor,
que me mire con ojos de dueño,
que me arrastre al abismo
entre placer y veneno.
Que su voz sea sentencia,
y sus manos, cadenas;
que al tocarme me quiebre
y me reconstruya entera.
No quiero un amor tierno,
quiero un beso que duela,
un suspiro robado
entre sombras y velas.
Que me reclame suya
con un roce prohibido,
que me enseñe el pecado
del que nunca me olvido.
Quiero un hombre mayor,
con cicatrices de guerra,
que me ame como tormenta
y me marque como hierro en la piel abierta.