Fíjese lo que le digo,
no me mire de costado:
lo veo apesadumbrado
por culpa de algún soneto,
no se ofenda si me meto
otra vez, ché Maldonado.
Hace un tiempo se lo dije
y ahora se lo repito:
aléjese del escrito
que me lo está consumiendo,
ni siquiera está comiendo,
ha perdido el apetito.
Se va poniendo nervioso,
cavilando sin parar
creyendo que va a encontrar
esa rima traicionera
en una esquina cualquiera
en lugar de descansar.
Si usté sabe la verdá
y no se me ha acobardado,
es mejor hacerse a un lado
cuando nadie lee nada
de su letra apasionada.
Es así, ché Maldonado.
Todo ese romanticismo
con flechas al corazón,
despiértese, ¡cabezón!
¡Añares que no es pendejo
camine un poco, so viejo,
y no olvide su bastón!
Una cosa está muy buena:
Al fin dejó el cigarrillo,
(maldito vicio el pitillo)
dentro de poco hará un año
¡Casi se va por el caño,
adiós, poeta sin brillo!
La cuestión, yo le aconsejo,
duerma como un condenado,
fresquito y bien aseado
deambule, escriba un poco,
descanse, no se haga el loco.
Por favor, ché Maldonado.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.