Amar es atravesar los muros del cielo,
saltar al vacío donde el sol se disuelve,
escribir con la piel la partitura del viento
y arder como planeta en su órbita secreta.
Es un río subterráneo que no cesa,
una semilla que abre grietas en la roca;
es la voz de la noche que germina,
la marea que regresa sin cansancio.
Porque el amor verdadero es universo:
constelación que no muere en el tiempo,
una llama que viaja por los siglos,
un relámpago sembrado en la memoria.
Tal vez el destino cierre sus puertas,
tal vez el instante aún no despierte;
pero el amor espera, como estrella oculta,
brillando en silencio tras el velo del cosmos.
Y si la vida no basta para hallarlo,
otra vida abrirá su firmamento;
porque el amor eterno no conoce fronteras,
y en cada galaxia vuelve a renacer.