Y fue tan familiar,
tan nostálgico
volver a verlos a ambos.
Con una pizza en la mano
el frío en mis huesos
y el agua en mis ojos,
esperaba bajo un techito,
y en un instante, estaban.
Y parecía ser que todo
era como antes,
aunque bien sabíamos
que ya no somos
como éramos antes.
Mmm...Qué buena pizza,
qué buena compañía,
qué buen momento para
frenar el tiempo
y estar solo los tres.
Recién ahora me doy cuenta
lo feliz que era, y te juro que
ya no voy a cometer el mismo error.