Dibuja en el ocaso las brisnas que cuajadas de rocío susito el triste pensamiento.cerrare mi corazón y con el los ojos a diente apretado .el puñal que hiere por doquier el alma enajenada.luminaria noche entre tantos astros vespertinos de esta calle vieja y desolada. Siempre fui aquel niño soñador de alma celeste que anido en la fina y sutil orfandad que aveces nos arrastra la vida y el destino de algún modo. Animas y luciérnagas de plata vagan por Ventura el extenso eter ;destellos de dulzuras de la ferrea inmensidad.