Eres copa servida al anochecer,
misterio rojo que invita a beber,
aroma profundo, dulce y salvaje,
como un viaje eterno por cada paisaje.
Tu piel es racimo bajo el sol maduro,
tu boca, barrica de encanto seguro;
y en cada sorbo de tu esencia fina,
se enciende en mi pecho la mejor rutina.
El vino tinto y tú comparten el arte:
ambos embriagan, ambos son parte
del gozo, del fuego, de la pasión,
del beso que quema y pierde razón.
Contigo, mujer, como vino encendido,
caigo rendido, bebo sin medida;
pues cada gota que nace de ti
es vida, deseo
, placer y elixir.