Tres Dedos
de Wcelogan
Y yo que creí
que la palabra era neutra,
que mis labios solo señalaban
y nunca herían.
Pensé que al hablar
hilaba la verdad,
que mi voz era diana certera.
Y sin embargo,
cada sílaba escapada
se volvió un eco filoso,
se hizo verdugo,
un viento que desgarra
techos y corazones.
Y yo que deduje
que podía apuntar sin mancharme,
que el rumor sería un hilo de mercurio,
descubro que en mi boca
anidan cuchillos de cristal,
y que mi dedo tembloroso,
al señalar,
es mi propio juez.
Porque quien apunta
con un dedo
olvida que hay tres
que señalan:
uno, dos, tres…
y todos…
hacia mí convergen.