Déjame mostrarte
que no busco más que tus pasos junto a los míos,
que no hay eco en mi pecho
que no diga tu nombre.
Olvidemos el peso de lo que fue,
los inviernos que no supieron esperarnos,
las palabras que se dijeron
cuando el alma aún no sabía hablar.
Mira, amor,
no traigo promesas vacías,
solo esta verdad desnuda:
quiero que seas tú… y ya.
Vayámonos,
sin mapas, sin relojes, sin despedidas,
por ese camino sin final,
donde la eternidad
se parezca a nosotros.