Le tapé la boca al lápiz
para que no dijera nada,
Como no tiene borrador,
van sin filtro las palabras.
Le susurré que no raye,
que escogiera bien sus líneas,
que no toda tinta merece
derramarse en hojas vacías.
Lo aconsejé con calma,
como si fuera otro,
aunque en su punta
late mi propio rostro.
Él quiere gritar verdades,
yo le pido que calle,
pero al final escribimos juntos,
porque lo que callo
El lo escribe con sangre.