¡Que no me hablen de achaques ni de olvido!
La vida sigue, con su eterno latido.
Los años pesan, sí, pero no me rindo,
aún hay mucho por hacer, lo presiento y lo brindo.
Bailo, río, canto, ¡vivo cada día!
Con la energía que siempre fue mía.
No importa si el cabello se torna blanco,
el espíritu joven sigue siendo franco.
La madurez es fuerza, es valentía,
es saber que cada instante es una poesía.
Así que levanto mi copa y celebro,
¡la vida es un festín que no me reservo!