No importa lo que intentes ni lo que hagas,
no importa lo que cambies, está marcado,
cada paso previsto, ya dictado,
y el juego se repite en sus engranajes.
No importa a quién reclames ni a qué plagas
invoques con tu grito desgarrado,
la voz se pierde en un muro blindado:
el cerco se refuerza y nunca cede.
No importa tu irritarte ni tu guerra,
no importas vos, ni tu pequeña historia,
todo se traga igual, nada se altera.
El ciclo se consume sin memoria,
la máquina devora lo que encierra,
y el cambio es ilusión, nunca victoria.