Una vez tuve un amigo,
buen mozo, llamado Ángel.
Yo tenia 14 años y el tenia 16.
Lo besaba en cada momento
y sentía mía su boca y piel.
Sus cabellos eran de noche
y su aroma era un vergel.
Era alto, de cuerpo esbelto
y le hablaba hasta no poder.
El me miraba, pensaba, reía
y después nos poníamos a correr.
Una vez toque sus hombros llenos,
otra ves, sin desvestirlo, lo acaricié.
El decía que me quería
y yo lo amaba sin saber.
Una vez tuve un amigo
y con el me casé.