Del dolor nació una luz;
un llanto impetuoso,
con el sello de lo divino;
Una mota de polvo
suspendida en el vacío infinito.
El amor rebosó y lo bañó todo;
y, en un descuido,
se escondió
entre los años vividos.
Ahora solo habita
en remembranzas pasadas,
envuelto en telas de añoranza.
No esperes a la cima: será tarde
el amor, como polen tibio,
se posa en las flores del camino,
dejando su aroma
en cada paso.
Rubén Romero Toledo © 2025 todos los derechos reservados