Soneto a la locura del amor
Te amé con la fuerza de un mar escondido,
con furia de abismo de fiebre callada;
tu voz fue tormenta, tu piel mi morada,
un dulce castigo en eterna locura.
Tus labios de sombra dejaban heridas,
dos ojos quemando con frágil ternura;
todo mi ser se volvió quemadura,
bebiendo el veneno que me dio tu delirio.
No hay dios que detenga un amor condenado,
ni ley que me aparte de tu desvarío;
si arde la noche, que arda contigo,
pues nada me salva de estar a tu lado.
Amarte es la ruina que el tiempo maldijo,
noche santa, fatal caída, silente grito,
sol de eternidad, oscuro, maldito.