Ser77

Laberinto

        

Arrojando el veneno de tu cura,

en noches perfumadas de alquitrán y nicotina,

el caracol avanza su escalera,

con sus ojos diamantados y cortantes,

acerando su estela, la carne herida.

En las mañanas, iris de café negro,

girando el laberinto se endulzan,

aquellos que busca el Minotauro.

- Teseo te salvará- susurró…

He venido a buscarte.

Desde sus ojos deshabitados,

contemplan la danza quieta de las estatuas,

y sus bocas de sed, brindan con sangre,

bajo un neón que palidece.

Entre naranjos dormidos y gentes sin nada,

jóvenes semejantes,

cautivos de un sueño que no despierta,

dormitan su amor en el vientre.

- Padre, quiero volar los muros con mis alas-.

El mar, esperó callado.