Carlos Eduardo

MONTRUOS

 

Nací en el cemento,

no sé nada de sapos ni de culebras;

 

quizás yo mismo soy un sapo de ciudad,

no hago piruetas,

mi boca está cerrada,

mis labios sellados,

no me entran moscas,

si los abro es para bostezar;

 

es peligroso ser cocodrilo,

 

dicen

ninguno de los de la boca grande puede participar,

los arrestan, los someten a juicio, los encarcelan...

 

Los poetas que cantan, abren senderos desconocidos,

transportan a mundos imaginarios,

llenos de dolor, inauditos;

suele haber en sus voces

desesperanza, claudicación, desfiguración, tránsito

 

Tantas veces humillados, perseguidos, torturados,

asesinados

en medio de la nada

acribillados

 

Las horas pasan y yo oro,

puedo devolver el tiempo en mi imaginación,

ahí encuentro los orígenes de los sucesos

que me determinan hoy;

 

esa es la cuestión,

vivirse tantas veces como sea necesario,

así comprendo,

las incertidumbres,

mi fragilidad, mis vulnerabilidades 

 

y al gran monstruo acechando