Últimamente escribo poco y nada.
Y lo que hago lo hago con toda parsimonia.
Lo borro una y mil veces, lo leo y lo releo,
lo boto y recupero, lo destrozo.
Pero hay veces que un hilillo de agua
serpentea por mis letras y se viene a mí
el rumor de la cascada,
el fresco misterio de la fronda,
la canción inentendible del hachero.
Otras veces se cruza por mi mente tu mirada,
la suavidad de tus manos,
el aroma inconfundible de tus pechos.
Y otras veces, también, un sueño se deja caer
sobre mi almohada.
Y es bello, muy bello tenerte ahí, tan cerca.
\"Amo lo que no tengo...\"
decía Pablo Neruda. En eso estoy.
Este es mi puerto y esta es mi noche.
Mi puerto desolado y mi noche sin estrellas,
mi noche de horas largas
y caricias perdidas.
Entonces vuelvo a aquello del ensueño perenne
que vaga en un poema y me duermo a tu lado.
Y al despertar sonrío. Le sonrío a la vida,
al brillar de tus ojos, al candor de tu sonrisa,
al andar alegre y presuroso del arroyo.
Enciendo la mañana en el café
y en un tango de Piazzola.
Cansadas van mis letras deambulando,
con la ayuda de un bastón y a paso lento.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.