Quisiera ser el árbol que lindando el camino
todo el mundo recuerda perfilado a lo lejos,
un contorno a lo sumo dibujado en los viejos
paisajes que decoran las salas del destino.
Ser tamiz de la brisa y escondite del trino
del ave pasajera, el cristal de los espejos
el sabio reflexivo de los mudos consejos,
el vitral que da al astro su reflejo ambarino.
Con el rostro sereno, ser un simple testigo,
y que pasen los años y que doren las mieses
y que tanta belleza me de paz y sosiego.
Es mi opción la renuncia que a nadie más obligo,
mientras llega la sombra de los altos cipreses
quisiera ser un árbol entre jaras y espliego.