Sabiendo que todos estamos
dentro del mismo bombo: el de la lotería
de la existencia.
Y cada vez que se abre,
y una esfera cae, alguien perece
para continuar su viaje,
o se desvanece su fulgor.
También se sabe,
que el tiempo es
un tesoro, que no
se puede desaprovechar.
Porque lo importante
no es esquivar lo inevitable,
sino abrazar la vida
con intensidad...
mientras el bombo gira sin parar.
Por eso, quien comprende
lo anterior,
la danza del azar
y conoce su sombra:
Vive cada instante
como un regalo,
con gratitud y serenidad.
Exprimiendo su tiempo,
como quien extrae el zumo
de una naranja, cada día igual de único,
importante y especial.
Porque sabe que el bombo
nunca descansa,
que partir sin entender
es el destino compartido.
Y que un día cualquiera, por eso, del unos llegan, otros van,
girando en el juego del azar, en un flujo perpetuo,
preciso e inmutable:
El premio de la lotería,
tarde o temprano,
le habrá de alcanzar.