Hay maneras de abandonarse en la tristeza,
parsimoniosamente diluyéndote en la nada…
extinguiéndote silenciosamente …
de la forma más disimulada,
huyendo sin dejarse oír…
callar, sin quejarse…
hasta cuando el dolor se cansé…y dejé de lastimar.
De poco sirve lamentarse,
solo queda seguir…
abriéndose paso entre la indolencia…y el cansancio,
que, al parecer, los han adiestrado para serme fiel.
Desaparecer…
borrando las huellas de una vida deslucida…
que pudiendo ser …se resignó a la nostalgia,
se dejó persuadir de la desilusión…
y se declaró vencida,
sepultando la última oportunidad…
y convenciéndome… que era mejor terminar.
Sin darme a notar…
escribo poemas que exponen mis penas…casi por inercia,
sin mayor esfuerzo…
hago el ejercicio de liberar las emociones…
y que fluyan sueltos los sentimientos…
con una franqueza extrema… que suene a confesión.
Me voy a permitir hacer una necesaria reflexión…
“qué sentido tiene haber llegado hasta aquí…
si todo lo que hice y lo que fui…
no me han permitido ser feliz”.
Debe ser que la felicidad es tan efímera y fugaz…
que solo existe en la memoria de los anhelos,
porque cuando se la intenta conservar…
escapa de la realidad…y se vuelve breve y temporal.
Nadie la ha podido atrapar,
te regala insignificantes instantes…
te engaña que se va a quedar…
pero se evapora…con tan solo suspirar.