No encuentro razones que mi razón no quiera razonar entre tanto desazón,
sintiéndote tan lejos y tan cerca al mismo tiempo.
A veces te busco en la simple infinidad del cielo por caer
o en la conjuntes de tréboles de 4 hojas para volverte a ver.
Pero suena loco, no? igual te veo,
aunque sea solo en mis sueños y pensamientos diarios.
El intento de descansar es por la simpleza de soñarte
pero con la contradicción de no querer despertar
de ese romanticismo imaginario
por la cruda realidad que me muestra la frialdad
de mi cama al no tenerte.
Se me anuda el sentir al compartir con mi soledad
cada instante de mis días, mis horas y mis momentos.
Aquellos que alguna vez fueron nuestros.
El mate se hace largo, se enfría y no tiene el mismo sabor
que aquel que con tantas largas charlas,
lugares inhóspitos y atardeceres interminables, solíamos compartir.
El no poder ser yo mismo al estar frente a ti
es el papel más difícil que me ha tocado actuar,
y lo digo así porque el estar enfrente tuyo
es como querer tirarme al abismo
sin saber si sobreviviré o no.
Pero aun así, me muero por hacerlo.
Hemos crecido juntos y la verdad
que todavía sueño con envejecer de la misma manera.
Pero también sé que si no llegara a suceder
puedo decir con total libertad
que te has llevado la mejor parte de mi vida,
que te has quedado con mis ser al completo,
que mi sonrisa solo se dibujara al verte, pensarte o soñarte.
Puedo decirte libremente
que el amor se ha ido contigo
y que la luz que me hacía brillar se apagó al perderte.
Pero no te confundas, no es tristeza lo que siento al recordarte,
es pura felicidad por los años vividos.
Por eso solo quiero confesarte,
que siempre tendrás un lugar en mi corazón,
porque el se ha ido con vos,
cuídalo que eres el único motivo
por el que sigue latiendo…