\"Al menos en el más aquí
sigue igual como allá de triste
del lado de Caronte que espera en la barca
atento de ver quién ahora montará.\"
DUDA RAZONABLE
Me pregunto cómo es llegar a ese otro lado,
aunque sea una intriga de un no querer saber.
Sería como ver a una stripper (que la noche antes
entre luces de colores, música y purpurina
agarrada a la barra exhibía su talla de tanga)
al día siguiente y con traje de faena
haciendo la compra en un colmado cualquiera
y todo se convierta en una terrible decepción.
Tengo intriga en el si ese porvenir
tendrá una abarrotada sala de espera
donde un corrillo de postulantes
ocupen las últimas plazas disponibles.
Si estaré cara a cara con el supremo;
si habrán caras al fin y al cabo de todo
o antes de la nada me atiende un subalterno
que me juzgue por mi pasado;
por la historia que le cuente mi memoria.
Si habrá una estancia en donde pueda
beber agua de sediento fatigado
y acaso si tendrían máquina de café.
Si al pasar el umbral de la acogida
hay setenta vírgenes o más para todos
o allí también enchufan a los recomendados.
Además, mucho me preocupa el tránsito
más que la recompensa. Ese momento
tan íntimo, personal e intransferible
en que hay que mirar de frente al frente,
sin miedo a la cobardía y sin miedo al miedo,
de cómo se vivió con todas las consecuencias.
Del juicio o de la pluma en la balanza
sin complejos ni arrepentimientos
sobrevenidos o trasnochados.
Aquí parado espero en esta orilla.
Miro con intriga al otro lado
y me pregunto por la dudosa acogida.
Acaso si yo soy digno o acaso si ellos lo son,
si todo no es una estafa de seres mediocres
con pompa y boato de grandeza inmerecida
para ofrecer el paraíso y troncar las perspectivas.
Y en esta eterna esperanza tristemente agónica
me pregunto sobre y contra todas las cosas
por qué carajos tarda tanto en cambiar ese semáforo,
que ya llego muy tarde a la entrevista de trabajo.
Pero total, estoy seguro que no me iban a coger;
mejor me doy media vuelta y me regreso a casa.