Lirios del Molino (A)
Eran tres en la esquina del barrio
con sus sueños de barro y de pan
se reían del tiempo y del hambre
sin temer lo que habría de llegar.
Uno hablaba de ser marinero, y juraba perderse en el mar, otro en cambio soñaba guitarras, y cantaba hasta el mismo cantar.
El más tímido andaba en silencio
con un libro prendido a su andar
y en sus ojos cabían estrellas
que aún nadie aprendía a nombrar.
Eran tres, y la vida los quiso, separar con su paso brutal, pero en noches de luna me juran, que aún se encuentran de modo inmortal.
Uno canta en tabernas lejanas
otro viaja sin rumbo en el mar
y el que amaba el misterio de un libro
es un sabio que sabe esperar.
Eran tres y en la esquina persiste, la memoria que vuelve a juntar, esa risa, ese sueño, esa infancia, que ninguno logró sepultar.
πππ (B)
Eran tres las huellas claras
eran tres caminos fieles
eran tres voces que alzaban
su verdad contra papeles.
Iban juntos en la bruma, batiendo molinos viejos, levantando con la espuma, su locura hasta los cielos.
Eran tres huellas de fuego
tres caminos en la arena
tres quijotes que partieron
con la aurora por bandera.
Uno alzó su voz de canto, otro alzó su voz de guerra, y el tercero en la penumbra, supo alzar la primavera.
Uno habló con la justicia
otro con la voz del canto
y el tercero en su caricia
descubrió la fe del llanto.
Se batieron con molinos, con gigantes y con tormentas, con la duda de los hombres, y el silencio de las piedras.
Pero nunca se rindieron
aunque el mundo los vencía
eran tres que no murieron
que son llama todavía.
Mas quedaron sus pisadas, como un eco en la marea, tres caminos que aún persisten, tres locuras que se elevan.
Tres huellas siguen brillando
aunque el mundo se nos quiebre
tres quijotes van andando
donde el viento nunca muere!
DEDICATORIA.
A todos los quijotes y lirios de los molinos, a los que caminan contra el viento, y aún así levantan su esperanza.
A los padres que siembran raíces, a los maestros que abren caminos, a los artesanos que esculpen la paciencia, a los artistas que inventan auroras, a los genios que iluminan lo invisible, y a los poetas que nombran lo innombrable.
A cada uno de ellos, que no teme al polvo de la derrota, ni al brillo fugaz de la victoria, sino que persiste, cabalga, canta y florece, como lirio entre aspas, como luz entre molinos.
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