Camino sobre las huellas invisibles del destino
ignorando dónde mi destino tiene marcado su final.
Llevo un conjunto de ayeres y un poco de olvido
con una sombra que me sigue como siempre a la par...
Solo la soledad me representa siempre su peligro
porque en su gran telaraña me pretende atrapar.
Tengo la fe intacta en un Dios que está conmigo
que me da los sueños para que intente como un ave volar...
El tiempo le da fatiga a mi corazón en sus latidos
y detrás del viento la muerte me acecha cada día más.
Aún siento la emoción de los pecados perdidos
y solo la tristeza es una flor muriendo que me invita a llorar...
Siento el murmullo de la vida plena en mis oídos
que son poderosas como las olas que mueven el mar.
Mi resiliencia le da origen a mis propios caprichos
pero siempre he sido consciente de toda mi fragilidad...
Detrás de mí las cenizas de lo que fue construido
pero al fin y al cabo nací para este lento peregrinar.
He contado las estrellas para no quedarme dormido
no queriendo al ver la luna solo a la vida pasar...
Llevo en mí las páginas escritas de un bello libro
con el que he aprendido tantas veces a reflexionar.
Pero no me he detenido, quizá porque persigo
a mi espíritu que ha viajado hacia la eternidad...