Ya no soy un niño de pies descalzos
que mira al vacío buscando un eco.
ya las paredes de grises matices
y las voces mudas
y los crueles silencios
aquí ya no hay llantos
sino penas
no hay fantasmas que inspiren miedo
sino soledades profundas
el abismo, la miseria, y el silencio
Ya no hay amores proféticos
sino pérdidas.
la cálida rosa que se ha marchado
de la tierra baldía de tus brazos
de tus tributos que jamás llegaron a tiempo.
y en la ausencia del ser amado
ya la luna no lleva nombre
ni estrellas el firmamento.