De qué me sirve entrar al paraíso
si el temple de tu voz se queda fuera.
Si al tacto de la luz no reverbera
tu estampa, el sol saldrá por compromiso.
Para tocar el cielo, me es preciso
sentir como me elevas a su esfera,
o supondría un éxito cualquiera
llevarme el galardón sin tu permiso.
Sé bien que aunque a favor me sople el viento,
de nada vale el oro de la gloria
sin el valor de tu complicidad.
Llegar a lo más alto es un intento
por elevarte al sol de mi memoria
y en mis recuerdos darte prioridad.