Vos pegáme, que yo aguanto,
ya tengo el cuero duro y curtido.
Volcá toda tu furia en mi oído;
si a vos te hace bien sacar tu rabia conmigo,
hacelo, no te detengas,
hacelo más fuerte,
pegáme como a un mal parido.
A mí no me tengas piedad,
ni yo mismo me la he tenido.
No te culpo de tu deseo:
castigáme sin culpa y sin miedo.
Lo que antes me rasgaba el alma
ahora lo meto en la hoguera:
que arda, que arda,
todo ese odio reprimido.
Y ahora que sé recibir tu castigo,
si te hace bien,
seguílo haciendo tranquilo.
Luis Prieto