el brujo de letziaga

Tu hombre rey.

Percibo bien 
que un gran deseo me invade,
el querer vivir y amarte sin que me pese,
sin que me asombre...

 

Ser tu hombre rey,
con un corazón grande, así de gigante,
para poder decirte,
que ya nunca te estaré ausente...

 

Y que Dios bendice
nuestra pasión, íntima y ardiente,
sin que se agote,
de tanto amor que nos prende...

 

No son delirios de la mente,
sino perfumes de mi alma derramándose,
en ti mujer pura y alegre,
hasta que la muerte nuestros ojos cierre...