Y estando en desespero 
como vejete rancio 
entré como un remero 
por lagos de Bizancio.
Entonces me gastaba 
lo que ya no tenía, 
y en pútrida porfía 
el mango me rascaba.
Con minas que no daban 
ni bola a mis mensajes, 
y en cambio me soñaban 
con otro cuerpo y todo 
cambiado por el modo 
de un chad con bello traje.
Por eso me merezco 
que me vacíen la caja 
de ahorro pues parezco 
un tonto con sonaja 
que ni siquiera suena 
ni tiene letra buena.