Flor de Magma: Ensueño y Fuego.
Tus labios, al inicio, fueron néctar, vino sagrado de divinas ánforas. Tu beso descendía como un cántico, sutil, sagrado, trémulo y fuego, capaz de detener, con su misterio, la rotación sagrada del Olimpo.
Después, la miel trocóse en llamarada:
cada latido fue trueno de lira, cada aliento, huracán de mirra ardiente; tu boca, flor de magma.
Cuando el vértigo, súbita corona, me ciñó con su gloria estremecida, abrí los ojos… Y la ilusión, ya lejos, se deshojaba en brumas de la noche.
Dormías con la paz de los querubes, envuelto en sombra casta y armoniosa, y yo, velando, sola entre centellas, anhelaba, con alma de Sibila, que aquel beso imposible y encendido hubiese sido un himno verdadero.
-Adahí Miranda.