Hay estrellas diminutas tras el horizonte, que militan reacias al olvido, cuyas itinerancias marcan las estaciones y fases de tiempos fugaces.
Es su luminiscencia el faro del alivio, en días jocosos, sin afán y sin reproches. En noches taciturnas, embestidas del poder bohemio, locuaz y con fortuna.
Acarician el amanecer con intentos de sobrevivir, en veladas románticas, jubilosas y de elixir.
Centelleando sus pupilas, brillantes, camaleónicas y sin debatir, porque las estrellas aunque altas, en el cielo son más que esmeraldas y eres tú el diván y querubín que me encanta.
Patry.