José Luis Barrientos León

Los sonidos del silencio

 

Incapaz incluso de pronunciar palabra,

el silencio rasga un agujero en la memoria,

que engulle los momentos innombrables,

la voz que no se siente cómoda,

el cuerpo lanzado hacia la pasión que lo aniquila,

en la súplica de una travesía que lo lleve a amar,

como si el mundo no tuviese suficiente dolor,

y el amar solo fuera un entusiasmo,

corto y limpio, como el fondo del arroyo,

donde se refleja la desnudez,

no del cuerpo, sino de la vida.

 

Sí, la palabra no se siente cómoda,

a veces surge crepitante de olvido,

indigna de la voz y del sonido,

sin poder dejar de lamentarse,

aunque en realidad,

solo desea expresarse con amor,

pero los alfabetos están enmohecidos,

los verbos febriles,

 agonizando entre el tiempo y la súplica

 

Quizá esté lanzando mis pensamientos al vacío

Sin decir nada, imposibilitados de la expresión

como cadáveres fríos, sin canto, sin vibración ni romanza

bajo un cielo brutal que sucumbe ante el espanto

de saber los labios sellados

precipitándose a la mudez

con el corazón oxidado.