En el corazón del hombre, cuando todo se quiebra, un río oscuro despierta,
serpenteando entre razones rotas.
Los puños golpean el aire, las paredes escuchan en silencio el estruendo de un alma que no encuentra salida.
El rostro se enrojece, la mirada arde, y el mundo parece enemigo.
Pero la violencia no es solo grito, es sombra que se arrastra tras los pasos, es tempestad que hiere incluso a quien la siente,
un fuego que consume todo, hasta la propia memoria de la calma.