Aquí reposa Carlos, cuya mano
escribió con firmeza bravos versos,
con un fraterno espíritu temprano.
Su mente, su legado; sus dispersos
poemas, las columnas de su historia;
su vida, sus estilos tan diversos.
Ábrase el paso a su esplendor y gloria,
bravo laurel chileno en poesía
cuya pluma se queda en la memoria.
Que quede por lección su gallardía
y que su pluma, con el tiempo, afile,
con pena, a la escritura cada día.
Carlos, bravo poeta desde Chile
al país de la lírica llegado:
que de tu estilo un trago se destile.
Bravo poeta en el Parnaso amado,
muéstrale al mundo tu esplendor eterno
demostrando lo nunca demostrado.
No te engañes; ordena, sempiterno,
al compás de tu verso y de tu numen
se divise, poético, tu alterno.
Tu poesía supo del volumen
del tiempo, que, fugaz en todo el mundo,
se escapa y los segundos se consumen.
Adormeciendo al tiempo, en un segundo,
construiste, con versos, lo imposible
convirtiéndote en lauro, ardor fecundo.
¡Oh, poeta chileno ya invencible!
Que tu fama y tu gloria te suceda,
y de tu numen, áureo y temible,
ningún poeta nuevo retroceda.