“Para apreciarlo, hay que ser de allí”
- Mi padre
Descansaban dos arrieros
en la Vega de Ruy Ponce,
ambos en la noche oscura
que corrompe tanto al hombre.
Con ganado, y muy a ciegas,
su malicia no se esconde,
y así, brilla el pensamiento
de robar la luz que asome.
Al toparse con la ermita
ven su lámpara en la noche,
y Jesús crucificado,
sin candela, queda el pobre.
La ermitaña, que está al tanto,
los sorprende más al norte,
cuestionando su inocencia,
a lo que uno, le responde:
- Nosotros no hicimos nada,
váyase, no nos agobie.
Mire, para demostrarlo
si hay pecado,que se conste.
¿Ve ese buey,donde la hierba?,
grande,vivo,raudo y joven.
Pues es nuestro, y me lo juego,
si la duda le responde.
Que este res impetuoso
se desprenda de su abdomen,
pues yo, libre de pecado,
no le temo al santo nombre\"
Tras decir esta mentira
la bestia bramó dolores,
y su vientre, ahora dorado,
cayó al suelo, tras las voces.
Los granujas, espantados,
dan la lumbre, y mil perdones,
y al galope, sobre burros,
parten prestos a los montes.
Y ese vientre, ahora es piedra,
sigue en Vega de Ruiponce,
con la ermita, y con su aceite,
iluminan el folklore.
A Vega de Ruiponce