Gustavo Suárez

Entre risas y achaques


Van llegando a los ochenta despacito,
con la risa cosida a la memoria,
con la pena guardada en el bolsito
donde esconden retazos de su historia.
Se les cuelan olvidos por la puerta,
—“¿tú dijiste tal cosa?”—,
—“¡yo, ni loca!”—,
y la duda en carcajada queda suelta
mientras giran las horas sin derrota.
Los dolores les roban movimiento,
mas no el brillo travieso de sus ojos;
de la vida se ríen, del tormento,
del pasado, del tiempo y sus antojos.
Por momentos la sombra las alcanza,
la nostalgia les besa la mirada…
pero vuelve la risa en la balanza
y el drama queda en broma disfrazada.
Tropiezan y se ríen del traspié,
se olvidan del olvido en melodía;
la vida les concede su vaivén
y bailan la derrota en armonía.
Son cómplices del mundo y de sus huellas,
artistas del vivir contra corriente;
si la vida fue dura con ellas,
la risa es su revancha irreverente.
Si el alma se les quiebra en la distancia,
la broma pone luz en la balanza,                                                                                     con cómplice mirada y sin rencores,
de espinas hacen ramos de colores.