Carlos Baldelomar

IRREVOCABLE

Es un hecho,

un dato irrevocable.

Estás ahí,

no en las paredes,

sino en los cimientos de mi memoria.

Te has vuelto una costumbre,

casi un instinto simple

que no pide permiso

ni se molesta en dar explicaciones.

Y yo, qué voy a hacerle,

me dejo ir nomás,

dócil y sin preguntas

como un barco modesto

que de pronto descubre

que vos sos a la vez

el viento y la vela.

A veces creo que olvido

algún detalle,

una advertencia,

la letra chica de este sentimiento.

Pero en el juego absurdo

de las probabilidades,

este instinto de vos,

este instinto de nosotros,

es lo único que apuesto

a que sobrevive.

Porque este amor, sabés,

este amor nuestro,

es menos un festejo que una trinchera.

Es el sacrificio de hoy

por la terca,

obstinada

y necesaria

esperanza de un mañana.