Ese ruido subyacente, que no deja mi alma en paz,
cantar de grillos en la madrugada
voces disonantes que se van apoderando de mi sueño,
que alejan cual peste a Morfeo.
Insomnio y locuras, pensamientos locuaces, imparables
carretillas de voces rotas.
Imparables como una cuadrilla al tropel, de aquí para allá,
brincando de un lugar a otro, de un allá para acá, de un adiós
a una llegada.
Locura que me persigue cada madrugada aporreándome
hasta el amanecer. Exhausto, solo deseo refugiarme en tu piel.