POEMA DE LA MUJER CASADA.
No muy joven, hermosa pero ajena,
de tanto verla casi que la amaba,
la razón calla cuando el alma ordena,
y el amor con deseo se mezclaba.
Siendo casada, yo la deseaba,
la deseaba y nunca lo decía;
el deseo muy rápido avanzaba,
y el sentido común retrocedía.
Pasado el tiempo la seguía viendo,
y al llegar a mi lado sonreía,
continuaba las ganas reprimiendo,
de perderme en su boca y hacerla mía.
Su boca, donde el beso es un pecado,
que puede ser mi premio o mi castigo,
y en medio de mis ganas he callado,
mordiendo las palabras que no digo.
Ya el deseo rondaba mi cabeza,
y aunque nunca pensara hacerle daño,
al ver que no hay ventura sin tristeza,
me fui por el camino del engaño.
Y surgieron los besos prohibidos,
caricias entre sábanas ajenas,
las noches entre besos y gemidos:
La copa de pasión estaba llena.
KIN MEJIA OSPINA