Ya no habrá tristeza,
porque todo lo que te hirió se marchará de tu piel
como el viento que se lleva las hojas secas
y deja al árbol desnudo,
pero libre.
Creíste encontrar una chispa,
algo que llamaste “parte de ti”,
una voz oculta entre los recuerdos,
una promesa susurrada en la penumbra.
Sin embargo,
al final del camino,
cuando el sueño se rompa en tu despertar,
descubrirás que la soledad
es la única que te espera.
Por eso dile adiós a tus lágrimas,
déjalas caer por última vez
como estrellas fugaces que mueren en el silencio.
Mira cómo se apagan,
cómo se disuelven en la nada.
Porque esta vez,
cuando cierres los ojos
y abras de nuevo el alma,
ya no quedará más que un eco,
un vacío que también puede ser descanso,
y quizá, sólo quizá,
un lugar donde empezar de nuevo.