De verte, madre mía, me sostengo
pues tu palabra es faro en mi jornada
y tu silencio abriga mi alborada
con tu ternura el miedo desvanezco.
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De tu raíz, el mundo yo comprendo
en tu regazo siento la morada
la vida en ti se vuelve consagrada
tu fe me guía, tu bondad la tengo.
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Y aunque el camino suele ser incierto
en mí resuena siempre tu consejo
la voz que alienta todo lo desierto.
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De hija a madre dejo aquí mi espejo
pues en tus ojos hallo el cielo abierto
y en tu sonrisa el más sagrado reflejo.
De madre a hija!β¨
Hija, en tus manos miro la semilla
luz que germina y quiere levantarse
tus pasos nuevos saben abrazarse
a la esperanza clara que me brilla.
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Tu risa pura al mundo lo acicala,
con tu ternura limpio las heridas,
y en cada instante vuelven las partidas
en melodía suave que escala.
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De madre a hija vuelco mi tesoro,
la fe, la fuerza y todo lo aprendido,
en río de este amor que yo atesoro.
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Quiero dejarte un porvenir glorioso,
que en tu destino nunca se haya ido
lo más sagrado: el corazón amoroso.
Mutuo espejo!β¨
Somos reflejo en doble transparencia
tú, madre, me formaste con tu canto
y yo, tu hija, devuelvo en dulce encanto
la herencia viva de tu providencia.
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El tiempo pasa y borra la apariencia
mas no el cordón que nos enlaza tanto
pues en mi risa vuelves, y en tu manto
mi vida entera halla su querencia.
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Ni el fin del mundo quiebra este destino
pues ser de madre a hija es fortaleza
es continuidad sagrada del camino.
π
Tu sangre corre en mí como pureza
y en cada gesto tuyo hallo el vino
que enciende eternidad y delicadeza.