En casas prestigiosas, promesas vacías,
tejen redes de poder con sonrisas frías.
Juraron lealtad al pueblo que sufre y calla,
pero solo ambicionan ganar la batalla.
Con discursos floridos, ilusiones vendieron,
mientras el pueblo espera, languidece y muere.
En sus manos el mando se vuelve ilusión,
y reparten migajas en cada elección.
Tras máscaras de héroe, esconden su voracidad,
mientras aprietan al débil con falsa caridad.
Al final de su reinado, no queda más que el eco
de un futuro robado, perpetuo y grotesco.