Tantos rumores de tu cuerpo que no supiste decir tantos,
pensamientos que fueron sin palabras transplante de un abismo,
y ese otro silencio en la rugosa luz por la mañana
y cuando cae la noche,
ese otro día de la siegue que fermenta
en los flancos desnudos de las montañas desiertas.
Háblanos de claridad vestida con mil imágenes,
sombras profundas, teclados de nuestras almas,
que tu voz brille en el corazón mismo de la nada,
que el eco sin fondo convierta nuestros rostros lavados de miedo hacia más aquiescencia.
p Sabag