Quería fundirme y ser uno con la oscuridad
sin la molestia de la brillantez de la culpa,
la nostalgia rebosando en rojos,
en una espiral,
llena de grises vacíos,
azules fríos
mezclados de melancolía y decadencia.
Desfigurándose,
rompiéndose,
estallando,
para brotar en el lírico amarillo, de lucidez,
sofocando cualquier otro sentimiento desmedido.