Erisdel

Epílogo

Sin reclamar al viento

la voz que nunca escuchaste,

sin mendigar estrellas

que no supieron brillarme.

 

Ligero de promesas rotas,

cansado de sostener

puentes que solo yo cruzaba.

 

Con la certeza amarga

de que el amor no se suplica,

de que quedarse

es otra forma de morir despacio.

 

Y en mi partida

hubo silencio,

pero también libertad, y así, con la certeza de quien nada espera, me fui