El sabio que se engalana
con palabras de altarcito,
cuando abre mucho el hocico
solo a popó le emana.
Cree que escribe maravilla
con metáforas hinchadas,
pero al rimar sus payasadas
huele peor que la pocilga.
El que presume intelecto
con su toga de plafón,
termina en el callejón
donde reina el mismo estiércol.
Algunos creen que el saber
se mide en voz empolvada,
mas la popó disfrazada
no deja nunca de oler.
Con palabras de etiqueta
se proclama iluminado,
pero el genio mal parado
se tropieza en su careta.
La cúrcuma que recita
suena a caldo sin sazón,
más parece retortijón
que metáfora bendita.
En su tinta se resbala
y presume de intelecto,
pero su verso perfecto
solo tiene mal aliento
Quien grita ser el más culto
del barrio y del arrabal,
no sabe que entre su verso
se esconde puro animal.
Yo no presumo grandeza,
ni diccionario formal,
prefiero canto sencillo
que sí sabe galopar.