Caminamos sobre cientos de miles de cadáveres
que fueron asesinados por soñar un mundo justo,
igualitario, donde la riqueza se repartiese.
Esa gente que vilmente murió en las cunetas,
esa gente que bajo tierra grita libertad,
abajo el clero, pan para el pueblo, esa gente
a la que quisieron callar con sus balas de odio,
jamás caerán en la sima del olvido.
Nosotros llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones.
Ellos, en cambio, siguen matando con idéntica maldad,
siguen bombardeando y exterminando a nuestros hermanos.
Alcemos, pues, la voz contra el mismo tirano de siempre.
Nuestros abuelos, que cayeron como ratas,
pero con el puño bien firme, emergen de la tierra
y nos ceden el testigo de la dignidad.
Mikel A. Ceniceros