Jesús Ángel.

El cantar del grillo.

Aquí y ahora,
con certeza declaro:
 yo solo aprendo cuando
lo hago.

Y no comprendo
a quienes dicen,
que todos los días
se aprende algo.

El pensamiento humano
es como el grillar
 del grillo:
un sonido repetido,
eco de sí mismo, una cadencia constante: gri, gri, gri.

Hasta que,
con dedicación,
claridad y profundidad...

¡Gra!

Y es ahí,
justo ahí,
cuando el nuevo 
aprendizaje
es real, cuando la luz del saber
se amplía.

Por eso, solo hay evolución
cuando el Gri
se convierte en Gra,
cuando la repetición
se quiebra
y nace un sonido nuevo:


Una verdad vivida,
una comprensión
más honda.

En ese quiebre,
en ese cambio de sonido,
es cuando
las semillas del pensamiento
absorben y asimilan
algo nuevo.

Cuando la luz del
conocimiento se expande,
se comienza a ver 
más allá, y se vislumbra
 más profundo
el vasto océano del saber.

Por eso, no entiendo
cómo, sin transformación 
ni evolución,
sin cambio mental 
ni del interior...


puede afirmarse que 
todos los días
se aprende algo.

No basta con repetir,
sin sentido, el mismo sonido: gri, gri, gri.

Ni con afirmar
que se aprende,
si no hay ruptura,
cambio de sonido,
luz...

¡Si no se llega al Gra!