Lorca desde Sevilla al Mundo!
Sevillanas en el aire
farolillos de azahar
el Guadalquivir de plata
ya se prepara a cantar.
En la feria está Granada
con su sombra y su cristal
y un poeta con su duende
que no deja de soñar.
Un mantón bordado en rosas
unas palmas al compás
y la voz de Federico
se convierte en madrigal.
Cabalgan versos de fuego
florecen coplas de sal
la guitarra se estremece
y la luna quiere hablar.
Lorca baja por Triana
con su risa de cristal
y las flores de Sevilla
le regalan su cantar!
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Lorca visitó Sevilla en varias ocasiones, especialmente en su juventud y en los años 20.
Allí entró en contacto con el mundo flamenco y popular (cante jondo, corrales, patios, ferias), que marcaría su sensibilidad.
Sevilla representaba para él la Andalucía festiva, luminosa y musical, el colorido popular que luego transformó en poesía.
Granada era su tierra natal, su raíz íntima y trágica. Allí vivió su infancia, su adolescencia y regresó en sus últimos días.
Granada es la ciudad de la Alhambra, del Sacromonte, de las cuevas gitanas, de las procesiones y de la religiosidad popular.
Representa el otro polo de su mundo andaluz: lo trágico, lo hondo, lo oscuro, el duende que nace de la pena y del dolor.
Lorca las percibía como dos caras de un mismo ser andaluz:
Sevilla: la alegría, la feria, la luz, lo popular abierto.
Granada: la melancolía, la hondura, lo íntimo y doloroso.
Desde Granada miraba hacia Sevilla como gran centro cultural de Andalucía.
Desde Sevilla reconocían a Lorca como el poeta que daba voz universal al alma andaluza.
Sevilla y Granada son, en Lorca:
Luz y sombra.
Fiesta y tragedia.
Popularidad y raíz íntima.
Ambas ciudades se entrelazan en su obra para construir la imagen universal de Andalucía que transmitió al mundo.
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