No me vendéis los ojos todavía,
dejadme contemplar este momento,
que quiero ver de lejos la agonía
haciéndose esperar a fuego lento.
Prestadme otra noche y otro día,
decidle al Sol que cuenta con mi aliento
para poder vengar en copa fría
al velo que nos nubla el firmamento.
Vivir con la esperanza a media asta
es abonarle al miedo su terreno,
pero yo tengo un verso que lo aplasta.
Como la libertad no pisa el freno,
in albis quedará quien diga basta;
sin blanca quien se apropie de lo ajeno.